Joan Comella, director del Vall d’Hebron, reflexiona sobre los avances del Covid y el programa formativo GESCI

  • Es una gran noticia que recientemente el Vall d’Hebron se haya convertido oficialmente en uno de los 9 hospitales de relevancia europea que forman la European University Hospital Alliance. ¿Qué supone para el Vall d ‘Hebron formar parte de esta alianza?

Formar parte de esta alianza supone un cambio en nuestra visión y en nuestras expectativas. Estar junto a líderes internacionales europeos nos sitúa en una nueva liga, altamente exigente, que nos ofrece la posibilidad de aprender buenas prácticas de cada uno de estos hospitales a la vez que ofrecemos nuestro conocimiento y experiencia.

La alianza se mueve en tres grandes ámbitos. La primera es la de dirección y la gestión. En esta línea será fundamental nuestra capacidad para elaborar y compartir propuestas con los gobiernos y, sobre todo, con la Unión Europea, en aras a contribuir al diseño del sistema europeo de salud.

El segundo ámbito es la provisión de servicios de salud, que es de alguna forma la más relacionada con la función principal de nuestros hospitales. En este ámbito nuestra visión es que podemos colaborar y compartir mejores prácticas, lo cual resulta particularmente relevante de cara mejorar la eficiencia en la relación con los pacientes, emplear su opinión en el diseño de nuevos tratamientos y considerar sus propias experiencias para mejorar los entornos hospitalarios, descartando aquellas prácticas de escaso valor.

El tercer pilar de la alianza es el de la investigación, la docencia y la educación. En este punto la participación en la red nos permitirá plantear proyectos mucho más ambiciosos a nivel europeo, especialmente en algunos ámbitos como los tratamientos nuevos y las terapias avanzadas que están en estos momentos en una fase de diseño. Estamos hablando, por ejemplo, de terapias CAR-T o de la terapia génica. También es importante disponer de esta red tan amplia para el abordaje de las enfermedades minoritarias. Contar con el soporte de nueve hospitales que agrupa a prácticamente todos los grandes países de la Unión Europea, incluyendo Francia, Alemania, Reino Unido, España e Italia, supone disponer de una capacidad de investigación y de acceso a nuevos tratamientos para las enfermedades raras que es absolutamente singular.

 

  • ¿Cómo ha afectado el contexto actual marcado por la crisis del coronavirus a su instituto?

Sin duda la situación del coronavirus nos ha impactado, fundamentalmente en la primera oleada, en la que tuvimos que cerrar la práctica totalidad de servicios. Sólo se permitió continuar presencialmente con aquellos servicios que se consideraron esenciales. En este ámbito incluimos, por ejemplo, el trabajo con animales, que de otro modo se hubiera perdido, o la recogida de muestras para el biobanco, de vital relevancia para el trabajo y los estudios de Covid.

Después del mes de junio, con la desescalada, pudimos volver al trabajo presencial, sobre todo en los laboratorios, aplicando los estrictos criterios marcados por las autoridades sanitarias. Si bien, una parte del personal siguió teletrabajando o compatibilizando ambas modalidades.

Relacionado con esto, considero que el aprendizaje derivado del impacto del Covid muy probablemente va a seguir aplicándose a futuro, estoy pensando, por ejemplo, en el teletrabajo o en la posibilidad de tener reuniones, tanto de trabajo como científicas, a través de medios digitales. Hemos tenido experiencias en este sentido interesantes. Por ejemplo, ha habido un aumento importante de la asistencia a seminarios, superior a la que obteníamos en la modalidad presencial.

 

  • El Vall d’Hebron está trabajando en ensayos clínicos sobre el coronavirus, ¿en qué consisten?

Los ensayos clínicos en los que hemos participado han estado fundamentalmente relacionados con el uso de nuevos fármacos que podrían resultar de interés para el tratamiento de la enfermedad. En ellos hemos colaborado con diferentes entidades farmacéuticas reconocidas. De todas formas, hay que reconocer que ninguno de los fármacos “modernos” ha obtenido de momento grandes resultados.

Seguimos trabajando en este ámbito y no descarto que pueda haber en un futuro, más o menos inmediato, algunas moléculas que puedan resultar eficientes en el tratamiento del virus.

 

  • ¿Qué opinión le merecen los avances logrados por las marcas Pfizer y Moderna?

Lo que estamos evaluando fundamentalmente en la actualidad son las vacunas. El Covid ha constatado la gran capacidad de reacción de nuestra clase científica, tanto pública como privada.

En estos momentos los resultados de Pfizer y Moderna son altamente esperanzadores, con unos índices de respuesta muy elevados, por encima del 90%, lo cual debemos entenderlo como algo bastante excepcional dado que las vacunas que superan el 70% de efectividad se consideran vacunas extremadamente buenas. Debemos, además, tomarnos los datos con mucha prudencia, dado que son muy parciales. Son ofrecidos por las propias compañías y no responden a un estudio completo y contrastado con la autoridad sanitaria. En este sentido debemos esperar todavía a que los ensayos concluyan para ver cuál es realmente su índice de eficiencia.

Si me gustaría destacar, no obstante, los plazos tan cortos que hemos tenido en el desarrollo de estas vacunas y, por otra parte, la práctica ausencia de efectos indeseables en las mismas. Esto lógicamente no se improvisa, hay mucho trabajo previo detrás. También cabe señalar el empleo en el desarrollo de las vacunas de estrategias extremadamente novedosas y potentes como el uso del ARN en lugar del virus completo.

Creo que estamos en una situación muy positiva, fascinante desde el punto de vista de que lo que somos capaces de construir con la ciencia y la técnica, pero debemos actuar con mucha prudencia porque como digo, los resultados todavía tienen que ser validados por los comités regulatorios y eso va a llevar un tiempo.

 

  • ¿Cree que la situación actual favorecerá aumentar inversión en ciencia e investigación y llegar al ansiado 2,5 % destinado a I+D+i?

No se si contribuirá, a mí naturalmente me gustaría que esto ocurriese. Creo que la investigación, el desarrollo y la innovación, entendida como la transferencia de este conocimiento al mercado, son pilares fundamentales del Estado de Bienestar.

El 2,5%, en estos momentos parece mucho. La reciente propuesta de Presupuestos Generales de Estado, en la parte pública, ha hecho una apuesta importante por esta financiación vinculada a los fondos de Unión Europea, denominados Next Generation.

Estoy seguro de que existe a nivel institucional sensibilidad para apostar por la investigación. Quizás el principal hándicap que tiene la investigación en España en materia de inversión no está tan asociado al ámbito público, que también debería incrementar su aportación sino, sobre todo, a la falta de inversión por parte del sector privado. Aquí existen muchos matices que podríamos discutir, desde la propia capacidad de nuestras empresas hasta la existencia de mecanismos que puedan favorecer, mediante leyes e incentivos fiscales, que las empresas inviertan más en investigación. Yo creo que vincular la empresa privada y la investigación es el gran reto a solucionar en los próximos años.

 

  • ¿Qué opinión le merece la iniciativa del proyecto GESCI impulsada por la Xunta de Galicia?

Considero que el proyecto GESCI es una iniciativa novedosa y muy interesante que supone la apuesta desde la propia Administración Pública por la formación de los gestores y directores de los centros de alto nivel de Galicia. Se trata de una formación con una orientación práctica muy importante, que cuenta con un panel docente de reconocido prestigio a nivel nacional e internacional, con importantes responsabilidades en sus diferentes ámbitos de actividad. Por tanto, me parece no solamente interesante, sino que debería ser un ejemplo a imitar por otras administraciones e instituciones.

 

  • ¿Considera que es el camino adecuado para generar un impacto a largo plazo en el futuro de la ciencia de Galicia?

Sin lugar a dudas. Yo creo que el impacto va a ser por diferentes vías. La posibilidad de que los diferentes centros de Galicia puedan dotarse de mecanismos de gobernanza y de mecanismos de gestión flexibles sin duda supondrá un cambio en la capacidad de productividad, ganando en eficiencia la gestión de estas instituciones.

El trabajo que se ha desarrollado formando tanto a gestores como a directivos, me parece esencial también para implantar nuevos procedimientos de trabajo y disponer de una visión mucho más estratégica y ambiciosa que sin duda redundará en la propia economía de Galicia.

Quiero además destacar, como recomendación adicional, que quizás se debería ir un poco más allá. El sistema todavía es un tanto prudente a la hora de dejar a estos centros un grado de autonomía grande. Creo que debería apostarse por una mayor autonomía con un fuerte componente también de rendición de cuentas y unos presupuestos generosos, basados en el mérito de cada uno de los centros. Todo ello controlado desde los órganos de gobierno, donde pueden intervenir la propia administración o la universidad.